Autorretrato
de Autorretrato
Edouard Levé (1965 – 2007, París) era un artista, fotógrafo y escritor que combinaba proyectos conceptuales de fotografía y literatura y fue autor de, entre otros, Autorretrato y Suicidio. Tres días después de entregar el manuscrito de este último trabajo a su editor, decidió quitarse la vida. En Autorretrato, Levé se dibuja a partir de la adición de instantáneas precisas y taxativas cuya acumulación produce un efecto curioso, a medida que se avanza en la lectura, en vez de precisarse, los contornos de la figura del autor se van difuminando hasta que cuesta distinguirlo y ya no sabemos a quién estamos leyendo, si a Levé o a nosotros mismos. Estos son algunas de las imágenes que me han parecido más reveladoras:
–Nunca me he arrepentido de decir lo que pensaba.
–Soy un fetichista de la escritura manuscrita.
–La soledad me aporta constancia.
–No soy capaz de retener los nombres de las personas a las que me acaban de presentar.
–El amor me muestra otros yos, cuya obscena novedad me apabulla.
–No me avergüenzo de mi familia pero no la invito a mis inauguraciones.
–Soy irregularmente inteligente.
–Me pregunto cómo me comportaría bajo tortura.
–No sé cortar a un interlocutor que me aburre.
–No me gusta más el cine narrativo que la novela. «No me gusta la novela» no quiere decir que no me guste la literatura, «no me gusta el cine narrativo» no significa que no me guste el cine.
–Visitar iglesias me aburre.
–Ser artista y escritor me permitiría volverme loco sin darme cuenta.
–Si, al cabo de un tiempo, una mujer con la que estoy adopta expresiones que yo utilizo, puedo llegar a sentir compasión de ella.
–Siento debilidad por la gente rara. Le tengo simpatía a la gente desgraciada.
–Beber me da sueño.
–En ocasiones, tengo la sensación de ser un impostor sin saber decir por qué, como si una sombra planeara sobre mí y no pudiera desembarazarme de ella.
–Me siento más cómodo entre viejos que entre jóvenes.
–De un «no» a secas como respuesta me alegra la brevedad y me molesta la violencia.
–Preferiría que los ensayos ocupasen solo un artículo en vez de un libro.
–Conducir por carreteras sinuosas en una noche de luna veraniega puede hacer que me estremezca de placer.
–Cuando tengo hambre me da la sensación de estar delgado.
–El problema es que la gente amable es amable con todo el mundo, le gusta todo, lo que devalúa su opinión.
–Las malas noticias me desagradan, pero satisfacen mi paranoia.
–Nunca me ha atraído un hombre, es una pena, el estilo de vida gay me pega.
–No puedo ver mucho arte de una vez.
–Tengo demasiado sentido del ridículo para hacerme con el acento de los idiomas que hablo.
–No perderé la vista, no perderé el oído, no me orinaré en los calzoncillos, no olvidaré quién he sido, antes moriré.
–Viendo una comedia, las risas anticipadas de otros espectadores me impiden reír.
–Me gusta dormir en hoteles anónimos.
–Me dan aprehensión las conversaciones con una duración impuesta.
–Cuando hay más de cinco personas alrededor de una mesa me pierdo en la multiplicidad de conversaciones.
–Las cuestiones morales me preocupan.
–Si nado media hora por la mañana, me siento bien el resto del día.
–El problema de los parques de atracciones es la gente: vacíos me resultan bonitos.
–Disfruto tanto con ropa nueva como con una identidad nueva.
–Oír a alguien silbar me pone de los nervios, sobre todo con vibrato.
–No tengo nostalgia de mi infancia, ni de mi adolescencia.
–Me entra la tentación de hacer listas exhaustivas y después las dejo a medio terminar.
–No busco la novedad sino la precisión.
–Para andar un poco, aparco la moto a cierta distancia del sitio donde he quedado.
–Cuando me contradigo experimento dos placeres: traicionarme y tener una opinión distinta.
–Escuchar música alegre es como pasar un rato con gente que no se me parece.
–Si voy postergando una llamada en la que hay mucho en juego, al final la espera se hace más penosa que la llamada.
–Si una prenda me convence, compro varias unidades.
–En mi lista de libros leídos hago trampas contando libros que no he acabado.
–Empiezo a leer a gusto después del quinto minuto.
–En la playa al principio me agobio, después me acostumbro y después no consigo irme.
–Me siento bien al instante cuando estoy en lo más alto de un rascacielos.
–Que no quiera cambiar las cosas no significa que sea conservador, me gusta que las cosas cambien sin tener que hacer nada.
–Mi estilo está más definido por mis ideas que por mis palabras.
–De las mujeres me hago amigo con facilidad, con los hombres tardo más. Mis mejores amigos hombres tienen algo de femenino.
–Por la mañana me quedo media hora metido a oscuras en la cama después de que suene el despertador.
–Hay ciertas personas que me cansan en poco tiempo porque sé que me van a aburrir.
–Creo que los delgados parecen más jóvenes.
–Cuando orino en servicios públicos, mantengo la nariz en apnea y respiro por la boca.
–A priori todo me interesa, a posteriori, sin embargo, no.
–Desconfío de los atajos que cuestionan el itinerario normal.
–Los ambientadores de coche me dan asco.
–En un amigo busco un hermano.
–No me pongo camisetas con imágenes ni con texto.
–Tengo otros temas de conversación a parte de mi persona.
–No me gusta la fantasía ni la palabra fantasía.
–Tengan la edad que tengan, a las mujeres que me atraen las llamo chicas.
–No soy especialista en nada.
–Me he hecho más fotos a mí que a mis amigos.
–Soy despiadado con la gente malvada.
–Nunca terminaré con la literatura.
–Cuando me siento feliz, tengo miedo de morir, cuando me siento infeliz, tengo miedo de no morir.
–Como me gusta que la gente me hable de sí misma, no tengo ningún escrúpulo a la hora de hablar de mí.
–Me parece arriesgado evocar el pensamiento de un autor que solo conozco en parte, aunque no creo que conozca a ninguno íntegramente.
–No cortejo a mujeres caprichosas.
–Me gustaría comunicarme sin utilizar el habla o los gestos, y percibir de un golpe el contenido del cerebro de mis interlocutores, como una fotografía.
–A veces me digo que las cosas serían más fáciles si mintiera, y no solo para mí.
–No comprendo que se rechacen las cuestiones morales por dandismo o por una supuesta amplitud de miras, con todo, los moralistas se me antojan tristes y reaccionarios.
–Jugar con el reflejo del sol en un espejo de bolsillo me da sensación de poder.
–Me quejo, y me quejo de quejarme. Me río, y me río de reírme. Lloro, y no lloro por llorar, al contrario, la conciencia de llorar me hace parar al instante.
–Quiero que graben en mi tumba este epitafio: «Hasta pronto».
Autorretrato
de Autorretrato
Edouard Levé (1965 – 2007, París) era un artista, fotógrafo y escritor que combinaba proyectos conceptuales de fotografía y literatura y fue autor de, entre otros, Autorretrato y Suicidio. Tres días después de entregar el manuscrito de este último trabajo a su editor, decidió quitarse la vida. En Autorretrato, Levé se dibuja a partir de la adición de instantáneas precisas y taxativas cuya acumulación produce un efecto curioso, a medida que se avanza en la lectura, en vez de precisarse, los contornos de la figura del autor se van difuminando hasta que cuesta distinguirlo y ya no sabemos a quién estamos leyendo, si a Levé o a nosotros mismos. Estos son algunas de las imágenes que me han parecido más reveladoras:
–Nunca me he arrepentido de decir lo que pensaba.
–Soy un fetichista de la escritura manuscrita.
–La soledad me aporta constancia.
–No soy capaz de retener los nombres de las personas a las que me acaban de presentar.
–El amor me muestra otros yos, cuya obscena novedad me apabulla.
–No me avergüenzo de mi familia pero no la invito a mis inauguraciones.
–Soy irregularmente inteligente.
–Me pregunto cómo me comportaría bajo tortura.
–No sé cortar a un interlocutor que me aburre.
–No me gusta más el cine narrativo que la novela. «No me gusta la novela» no quiere decir que no me guste la literatura, «no me gusta el cine narrativo» no significa que no me guste el cine.
–Visitar iglesias me aburre.
–Ser artista y escritor me permitiría volverme loco sin darme cuenta.
–Si, al cabo de un tiempo, una mujer con la que estoy adopta expresiones que yo utilizo, puedo llegar a sentir compasión de ella.
–Siento debilidad por la gente rara. Le tengo simpatía a la gente desgraciada.
–Beber me da sueño.
–En ocasiones, tengo la sensación de ser un impostor sin saber decir por qué, como si una sombra planeara sobre mí y no pudiera desembarazarme de ella.
–Me siento más cómodo entre viejos que entre jóvenes.
–De un «no» a secas como respuesta me alegra la brevedad y me molesta la violencia.
–Preferiría que los ensayos ocupasen solo un artículo en vez de un libro.
–Conducir por carreteras sinuosas en una noche de luna veraniega puede hacer que me estremezca de placer.
–Cuando tengo hambre me da la sensación de estar delgado.
–El problema es que la gente amable es amable con todo el mundo, le gusta todo, lo que devalúa su opinión.
–Las malas noticias me desagradan, pero satisfacen mi paranoia.
–Nunca me ha atraído un hombre, es una pena, el estilo de vida gay me pega.
–No puedo ver mucho arte de una vez.
–Tengo demasiado sentido del ridículo para hacerme con el acento de los idiomas que hablo.
–No perderé la vista, no perderé el oído, no me orinaré en los calzoncillos, no olvidaré quién he sido, antes moriré.
–Viendo una comedia, las risas anticipadas de otros espectadores me impiden reír.
–Me gusta dormir en hoteles anónimos.
–Me dan aprehensión las conversaciones con una duración impuesta.
–Cuando hay más de cinco personas alrededor de una mesa me pierdo en la multiplicidad de conversaciones.
–Las cuestiones morales me preocupan.
–Si nado media hora por la mañana, me siento bien el resto del día.
–El problema de los parques de atracciones es la gente: vacíos me resultan bonitos.
–Disfruto tanto con ropa nueva como con una identidad nueva.
–Oír a alguien silbar me pone de los nervios, sobre todo con vibrato.
–No tengo nostalgia de mi infancia, ni de mi adolescencia.
–Me entra la tentación de hacer listas exhaustivas y después las dejo a medio terminar.
–No busco la novedad sino la precisión.
–Para andar un poco, aparco la moto a cierta distancia del sitio donde he quedado.
–Cuando me contradigo experimento dos placeres: traicionarme y tener una opinión distinta.
–Escuchar música alegre es como pasar un rato con gente que no se me parece.
–Si voy postergando una llamada en la que hay mucho en juego, al final la espera se hace más penosa que la llamada.
–Si una prenda me convence, compro varias unidades.
–En mi lista de libros leídos hago trampas contando libros que no he acabado.
–Empiezo a leer a gusto después del quinto minuto.
–En la playa al principio me agobio, después me acostumbro y después no consigo irme.
–Me siento bien al instante cuando estoy en lo más alto de un rascacielos.
–Que no quiera cambiar las cosas no significa que sea conservador, me gusta que las cosas cambien sin tener que hacer nada.
–Mi estilo está más definido por mis ideas que por mis palabras.
–De las mujeres me hago amigo con facilidad, con los hombres tardo más. Mis mejores amigos hombres tienen algo de femenino.
–Por la mañana me quedo media hora metido a oscuras en la cama después de que suene el despertador.
–Hay ciertas personas que me cansan en poco tiempo porque sé que me van a aburrir.
–Creo que los delgados parecen más jóvenes.
–Cuando orino en servicios públicos, mantengo la nariz en apnea y respiro por la boca.
–A priori todo me interesa, a posteriori, sin embargo, no.
–Desconfío de los atajos que cuestionan el itinerario normal.
–Los ambientadores de coche me dan asco.
–En un amigo busco un hermano.
–No me pongo camisetas con imágenes ni con texto.
–Tengo otros temas de conversación a parte de mi persona.
–No me gusta la fantasía ni la palabra fantasía.
–Tengan la edad que tengan, a las mujeres que me atraen las llamo chicas.
–No soy especialista en nada.
–Me he hecho más fotos a mí que a mis amigos.
–Soy despiadado con la gente malvada.
–Nunca terminaré con la literatura.
–Cuando me siento feliz, tengo miedo de morir, cuando me siento infeliz, tengo miedo de no morir.
–Como me gusta que la gente me hable de sí misma, no tengo ningún escrúpulo a la hora de hablar de mí.
–Me parece arriesgado evocar el pensamiento de un autor que solo conozco en parte, aunque no creo que conozca a ninguno íntegramente.
–No cortejo a mujeres caprichosas.
–Me gustaría comunicarme sin utilizar el habla o los gestos, y percibir de un golpe el contenido del cerebro de mis interlocutores, como una fotografía.
–A veces me digo que las cosas serían más fáciles si mintiera, y no solo para mí.
–No comprendo que se rechacen las cuestiones morales por dandismo o por una supuesta amplitud de miras, con todo, los moralistas se me antojan tristes y reaccionarios.
–Jugar con el reflejo del sol en un espejo de bolsillo me da sensación de poder.
–Me quejo, y me quejo de quejarme. Me río, y me río de reírme. Lloro, y no lloro por llorar, al contrario, la conciencia de llorar me hace parar al instante.
–Quiero que graben en mi tumba este epitafio: «Hasta pronto».