Algunas
cosas en las
que creo:
TRIBUTO A "WHAT I BELIEVE" DE J.G. BALLARD
Creo que no existen las verdades objetivas, pero merece la pena salir a buscarlas.
Creo en el mar, en su paciencia para darme a entender mi insignificancia.
Creo en mi derecho a ser contradictorio, aunque a menudo sienta que no me lo merezco.
Creo en mi capacidad para seguir decepcionándome cada vez de forma más noble.
Creo en los sentimentales y en los lloricas, en que hay algo punk en cada lágrima.
Creo en algunos polvos.
Creo en Internet.
Creo en los libros, en que no son libros sino espejos.
Creo en los demás.
Creo en el olor de la lluvia tibia sobre el asfalto.
Creo en los domingos por la mañana sin resaca.
Creo en lo aterrador y liberador que resulta considerarse una persona del montón.
Creo en los niños.
Creo en ser otro.
Creo en el misterio de lo mecánico, en el hiato que hay entre mis pisadas cuando corro.
Creo en la sinceridad como arma.
Creo en las religiones de importación.
Creo en todo aquello que ignoro.
Creo en el diseño, en que la mejor forma de diseñar es no hacerlo en absoluto.
Creo en los espacios abiertos que no ofrecen resistencia.
Creo en los maestros, en aquellos que saben dirigir la vanidad hacia los asuntos adecuados.
Creo en la desfachatez de respetarse a uno mismo, en la injuria de creer que, quizás, uno no es ni tan tonto ni tan malo.
Creo en las mujeres, en que todas saben algo sobre mí que me permanece oculto.
Creo en la voluntad de estar presente, en saber quitarse de en medio.
Creo en la duda, admiro la madurez del que cada vez tiene las cosas menos claras.
Creo en la imitación, en que la imitación como estado intermedio no existe, en entender que todo el mundo imita, a todas las edades, siempre.
Creo que sólo soy capaz de amar aquello que no entiendo.
Creo en: Jonathan Franzen, Miranda July, en Vila-Matas y en Millás. Creo en Sorrentino, en Kaufman y en Siminiani. Creo en Chris Burden, en Bas Jan Ader, en Erwin Wurm y en Christian Jankowski. Creo en Buda, en Schopenhauer y en Salvador Pániker.
Creo en el término medio.
Creo en el paso del tiempo.
Creo que el dolor es un buen combustible.
Creo en esa sensación de plenitud que desprenden los pueblos de costa.
Creo en el humor como bisturí que desarticula las partes más humillantes de la realidad.
Creo en la moda, en que un mundo sin ella sería aburrido, en que la gente de izquierdas también debería poder ir bien vestida.
Creo en mi mundo interior.
Creo en la cultura.
Creo que, desgraciadamente, la cultura no te hace mejor persona.
Creo en la dimensión acogedora del fracaso.
Creo en el materialismo; no en los símbolos de estatus, sino en el amor genuino por la gramática de lo físico.
Creo en mis amigos, testigos insobornables de mi identidad.
Creo en la belleza; no como cosmético, sino como sistema de conocimiento. ◊
BARCELONA, DICIEMBRE 2016 — PABLO MARFÁ
Algunas
cosas en las
que creo:
TRIBUTO A "WHAT I BELIEVE" DE J.G. BALLARD
Creo que no existen las verdades objetivas, pero merece la pena salir a buscarlas.
Creo en el mar, en su paciencia para darme a entender mi insignificancia.
Creo en mi derecho a ser contradictorio, aunque a menudo sienta que no me lo merezco.
Creo en mi capacidad para seguir decepcionándome cada vez de forma más noble.
Creo en los sentimentales y en los lloricas, en que hay algo punk en cada lágrima.
Creo en algunos polvos.
Creo en Internet.
Creo en los libros, en que no son libros sino espejos.
Creo en los demás.
Creo en el olor de la lluvia tibia sobre el asfalto.
Creo en los domingos por la mañana sin resaca.
Creo en lo aterrador y liberador que resulta considerarse una persona del montón.
Creo en los niños.
Creo en ser otro.
Creo en el misterio de lo mecánico, en el hiato que hay entre mis pisadas cuando corro.
Creo en la sinceridad como arma.
Creo en las religiones de importación.
Creo en todo aquello que ignoro.
Creo en el diseño, en que la mejor forma de diseñar es no hacerlo en absoluto.
Creo en los espacios abiertos que no ofrecen resistencia.
Creo en los maestros, en aquellos que saben dirigir la vanidad hacia los asuntos adecuados.
Creo en la desfachatez de respetarse a uno mismo, en la injuria de creer que, quizás, uno no es ni tan tonto ni tan malo.
Creo en las mujeres, en que todas saben algo sobre mí que me permanece oculto.
Creo en la voluntad de estar presente, en saber quitarse de en medio.
Creo en la duda, admiro la madurez del que cada vez tiene las cosas menos claras.
Creo en la imitación, en que la imitación como estado intermedio no existe, en entender que todo el mundo imita, a todas las edades, siempre.
Creo que sólo soy capaz de amar aquello que no entiendo.
Creo en: Jonathan Franzen, Miranda July, en Vila-Matas y en Millás. Creo en Sorrentino, en Kaufman y en Siminiani. Creo en Chris Burden, en Bas Jan Ader, en Erwin Wurm y en Christian Jankowski. Creo en Buda, en Schopenhauer y en Salvador Pániker.
Creo en el término medio.
Creo en el paso del tiempo.
Creo que el dolor es un buen combustible.
Creo en esa sensación de plenitud que desprenden los pueblos de costa.
Creo en el humor como bisturí que desarticula las partes más humillantes de la realidad.
Creo en la moda, en que un mundo sin ella sería aburrido, en que la gente de izquierdas también debería poder ir bien vestida.
Creo en mi mundo interior.
Creo en la cultura.
Creo que, desgraciadamente, la cultura no te hace mejor persona.
Creo en la dimensión acogedora del fracaso.
Creo en el materialismo; no en los símbolos de estatus, sino en el amor genuino por la gramática de lo físico.
Creo en mis amigos, testigos insobornables de mi identidad.
Creo en la belleza; no como cosmético, sino como sistema de conocimiento. ◊
BARCELONA, DICIEMBRE 2016 — PABLO MARFÁ